Tu familia, tu gran tesoro
Crecer no es fácil: queremos nuestro espacio, más tiempo para las amigas y menos horas con nuestros padres… A veces el almuerzo del domingo lo vivimos como una pesadilla porque lo único que querríamos hacer es correr a Facebook para ver si el chico de nuestros sueños ha colgado fotos nuevas. Y nuestros padres parecen no entender estas necesidades, obligándonos a asistir a largas reuniones familiares… ¡Pero no está tan mal! Solo hay que pensar en Patito.¡PATITO SOÑABA CON UNA FAMILIA UNIDA!
¡El deseo más grande de Patito era encontrar a su padre y ver finalmente reunida a su familia! Para ella las cenas juntos, los paseos y, por qué no, también las regañinas, eran un sueño que quizá nunca se haría realidad… Hay que ponerse en su piel para descubrir hasta qué punto el calor de una familia presente consigue mover a las personas. A menudo, de hecho, damos por descontadas las cosas que forman parte de nuestro día a día. Entre ellas nos olvidamos también de dar la importancia y el valor adecuados al amor que recibimos y damos a las personas que nos rodean, ¡a nuestra familia! Pero nunca hay que olvidar lo afortunadas que somos, y Patito, con su tenacidad y con el deseo de reunir a su familia, ¡es el claro ejemplo de lo importante que es tener unos padres con los que poder contar!
CARMEN Y LEANDRO: ¿LOS PADRES PERFECTOS?
Leandro y Carmen, que se reencuentran después de muchos años, son padres atentos que intentan recuperar el tiempo perdido. Pero, al igual que todos los padres, incluidos los nuestros, no son perfectos. De hecho, los mayores también se pueden equivocar, pero hay algo que sí que es verdad: nunca dejarán de querernos, ni por un segundo. Carmen es simpática, distraída y no parece la clásica madre severa y rigurosa. Pero quién sabe si Patito alguna vez la habría preferido más “seria” y parecida a las madres de sus amigas. Leandro, en cambio, es un padre guapo y fascinante, el que todas las amigas envidiarían… Pero quizá como hijas podríamos tener celos, así que, ¡casi mejor nuestro padre, poco atlético, pero que tanto nos reconforta! ¡Nadie es perfecto! ¡Nos queremos mucho! No hay sensación más bonita que la que se siente junto a mamá y papá! Nos sentimos seguras, mimadas y protegidas…
DISCUTIENDO SE CRECE…
Quizá no nos lo creamos, pero dentro de unos años agradeceremos a nuestros padres que nos hayan obligado a pasar tardes rodeadas de libros, que nos hayan prohibido alguna fiesta y que nos hayan transmitido el amor por la familia… Pero ahora solemos estar de morros y pasamos días enteros sin hablar con el que nos ha prohibido una cosa que nos interesaba mucho, aunque haya sido con buenos motivos. Lo importante en estos casos es esforzarse por hablar y aclarar la situación: ¡a menudo se puede llegar a un compromiso que nos permitirá a nosotras satisfacer un deseo y a nuestros padres estar tranquilos! Por ejemplo, si no se fían de que vayas a una fiesta porque no conocen a tus amigas, unos días antes invita a un par de ellas a merendar, así cuando vean lo simpáticas que son, ¡cambiarán de idea! En cualquier caso, siempre hay solución; nuestros padres también han tenido nuestra edad (sí, no podemos imaginárnoslo, pero así es) por lo que, aunque no lo parezca, ¡en realidad siempre nos comprenden!
LOS CONSEJOS DE PATITO
Estoy segura de que tú también piensas como yo. No hay nada más bonito que las tardes tranquilas en el sofá con mamá y papá viendo una película y riendo juntos. Cuando notas que todo va bien, tus padres están orgullosos de ti y te apoyan en lo que haces, ves en sus ojos que confían en ti: es una sensación de alegría impagable, que no se pierde por culpa de tontas peleas y enfados. Cuando hayas acabado de leer este artículo, corre junto a tu madre y proponle salir de compras… ¡Verás lo feliz que se sentirá ayudándote a elegir el vestido para tu próxima fiesta! Y si tu padre anda cerca, ¡abrázalo fuerte y dale un buen beso en la mejilla!
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