«Patito feo» es un éxito que parte de un cuento universal. ¿A ti te lo habían leído?
Me lo contaron siempre, y ahora poder hacer una historia parecida me parece maravilloso.
¿Crees que cuenta una historia útil para los niños? Aunque eres joven, ¿te importa que se plantee algo positivo para los pequeños?
Yo creo que sí. Hay muchas mentes adolescentes muy abiertas para recibir cualquier tipo de información. Sí me parece importante que haya niños que se puedan aferrar a la idea de que la belleza no es solo por fuera, así como que no es tan importante vestirse de una forma diferente para aparentar algo que no eres.
¿Qué te interesa más: divertir o aportar esa idea constructiva?
Las dos cosas se relacionan. Te puedes divertir mientras miras el programa, pero, a la vez, aprender.
¿Y tú qué tipo de adolescente eres? ¿De las que está todo el día en su mundo, colgada en Internet?
La verdad es que la mayoría de los adolescentes son así. Parezco una señora mayor diciendo eso. Hay algunos que están en las nubes, todo el día en la computadora, y otros, de mentalidad. Hay también quienes quieren hacer lo que quieren, sin tener en cuenta a los padres. Mi familia siempre me enseñó que hay que respetar a los padres. Y que tengo que seguir siendo la misma persona pase lo que pase. Y estoy muy contenta de tener esos valores.
Pero algo de rebeldía habrá en ti, que veo que llevas un colgante con el símbolo «hippy»?
Siempre pienso en la paz, por eso lo llevo. Todo el tema de la naturaleza, el cuidado al medio ambiente, me parece que es fundamental.
¿Y cómo llevas tus ilusiones en estos tiempos en los que los mayores parecen anclados en el escepticismo?
La verdad es que tengo muchas ilusiones y muchos sueños que me gustaría que se realizaran. Aunque los adolescentes tenemos que saber desde el principio que no todos los sueños se cumplen.
Empezaste con «Patito feo» a los 12 años y ahora tienes fans por todo el mundo. ¿Cómo fue todo ese proceso?
Yo salí en la tele por primera vez a los 8 años. Que me dieran aquella oportunidad no me lo podía ni imaginar. Eran muy positivos y, al final, salió. Pero, si llego a más, no quiero cambiar. No quiero vestirme con tacones altos, no hace falta.
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